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Madrid Modernista: La Ciudad Oculta del Arte y la Belleza Curvilínea

Un recorrido por los edificios más fascinantes de la capital que esconden el esplendor de la Belle Époque reinterpretada con el sello madrileño.

Madrid, ciudad de contrastes y de una historia arquitectónica que se despliega como un tapiz de épocas y estilos, resguarda en sus calles joyas modernistas que nos transportan a la elegancia de una Belle Époque reinterpretada bajo la luz castellana. El modernismo, con su sensualidad orgánica y su amor por la artesanía, dejó una huella en la capital española que, si bien más discreta que en Barcelona, sigue siendo un deleite para quienes saben dónde buscarla.

Entre las fachadas recargadas de la Gran Vía y los rincones secretos de los barrios más aristocráticos, el modernismo madrileño florece con un lenguaje propio, que coquetea con la sinuosidad de Gaudí y la precisión ornamental de Domènech i Montaner, pero se funde con la sobriedad y el eclecticismo de la ciudad.

Edificio de las Salesas: El Encanto de lo Curvilíneo

Ubicado en el distinguido barrio de Justicia, el Edificio de las Salesas, obra de Joaquín Saldaña y López en 1911, es una de las más exquisitas muestras del modernismo en Madrid. Su fachada, con balcones de hierro forjado en volutas caprichosas y una sinfonía de líneas curvas que parecen fluir como en un lienzo de Alphonse Mucha, es una oda a la estética modernista en su versión más sofisticada.

Casa Pérez Villaamil: Una Joya Floral en Chamberí

Situada en el elegante barrio de Chamberí, la Casa Pérez Villaamil es otra de esas joyas escondidas que evocan el esplendor del modernismo madrileño. Diseñada por Valentín Roca Carbajal en 1906, este edificio destaca por sus azulejos coloridos y relieves florales que danzan sobre su fachada, creando una impresión de movimiento y vida, como si la piedra misma respirara.

La Sorpresa de la Calle Mayor: El Palacio Longoria

Pero si hay un edificio que encapsula la esencia del modernismo en Madrid, es sin duda el Palacio Longoria. Obra maestra de José Grases Riera en 1902, este palacete, sede actual de la SGAE, es un manifiesto en piedra del lenguaje modernista: formas ondulantes, relieves vegetales y un espectacular mirador acristalado que recuerda a los invernaderos de finales del siglo XIX. Es un sueño de hierro y vidrio que desafía la rigidez de la arquitectura clásica con su fantasía de líneas curvas y motivos inspirados en la naturaleza.

El Modernismo como Secreto Mejor Guardado

Madrid nunca ha sido catalogada como una ciudad modernista por excelencia, y sin embargo, en cada rincón de sus calles se pueden encontrar guiños a este movimiento que supo combinar funcionalidad y belleza con una maestría inigualable. Quizás ahí radique su mayor atractivo: en el placer de descubrir, entre el bullicio de la ciudad, un balcón de forja sinuosa, un mascarón de piedra que nos mira desde el pasado o una vidriera que aún atrapa los reflejos de una época dorada.

Para los amantes del arte y la arquitectura, Madrid siempre guarda secretos, y su modernismo, discreto pero fascinante, es uno de los más bellos de todos