Cuando suben las temperaturas, cambian los planes, cambia la comida, cambia incluso la forma en que nos vestimos. Y sin embargo, muchas veces los interiores siguen igual. La decoración estacional sigue siendo una gran olvidada, a pesar de que hay herramientas sencillas, rápidas y accesibles para adaptar los espacios al verano. Los textiles son, sin duda, la más eficaz. Cambiar las cortinas, los cojines o una alfombra puede alterar por completo la atmósfera de una vivienda, sin necesidad de reformas ni grandes inversiones. En nuestro estudio de interiorismo en Madrid, La Violetera, trabajamos con esta idea a menudo: crear casas flexibles, capaces de responder a las estaciones sin dejar de ser coherentes. Y el verano, más que ninguna otra, pide ligereza.
La primera clave es despejar. Guardar lo pesado, lo oscuro, lo que abriga. Los tejidos gruesos —como el terciopelo, la lana o los jacquards— pueden esperar al otoño. El verano necesita frescura. El lino, el algodón lavado o la muselina son materiales naturales, transpirables, que se mueven con la brisa y dejan pasar la luz. Al usarlos en cortinas, fundas de sofá, colchas o manteles, no solo aligeran visualmente el espacio: también lo hacen más habitable. En diseño de interiores, la percepción táctil es tan importante como la visual. Una cama con sábanas de lino, una colcha sin planchar, un cojín con textura rústica. Todo eso comunica verano sin decirlo.
Los colores también cuentan. El blanco es el clásico, pero hay otros tonos que funcionan igual de bien y aportan más profundidad. Este año apostamos por una paleta de inspiración natural: beiges, arena, piedra, verdes secos o azules empolvados. Tonos que combinan con todo y que permiten dar unidad a una estancia sin saturarla. En decoración estacional, repetir una gama cromática en distintos puntos del espacio —cojines, caminos de mesa, cortinas, toallas— crea armonía sin esfuerzo. También ayuda a mantener la personalidad del hogar aunque cambien los elementos.
Las alfombras son otro punto clave. No es necesario retirarlas en verano, solo elegir bien. Las fibras vegetales como el yute, el sisal o el esparto funcionan muy bien todo el año, pero en verano cobran protagonismo. Son resistentes, frescas, fáciles de mantener y tienen ese aire mediterráneo que todos buscamos cuando llega el calor. Además, ayudan a dar continuidad visual entre interior y exterior, algo fundamental si se tiene una terraza, un balcón o incluso un gran ventanal con vistas. En nuestros proyectos de interiorismo en Madrid solemos incorporarlas incluso en cocinas o zonas de paso, donde aportan textura sin restar funcionalidad.
El exterior también merece su parte textil. Da igual si se trata de una gran terraza o de un pequeño balcón. Unos cojines bien escogidos, una manta de algodón para las noches frescas, una colchoneta sobre un banco de obra o una hamaca de tela pueden convertir cualquier espacio exterior en una habitación más de la casa. Aquí es importante elegir tejidos resistentes a la luz solar, que se puedan lavar fácilmente y que no renuncien al diseño. Cada vez hay más opciones que combinan estética, durabilidad y producción responsable. Trabajar con textiles sostenibles y de proximidad es parte de nuestra forma de entender el diseño: un interiorismo que se adapte al momento, que dure y que tenga sentido.
Transformar una casa en verano no debería ser complicado. Y tampoco debería significar empezar de cero. A veces, cambiar una funda o colgar unas cortinas nuevas basta para que todo se sienta distinto. El diseño estacional no es una tendencia: es una forma de cuidar cómo vivimos los espacios. En La Violetera lo vemos como una inversión emocional. Una manera de estar más a gusto en casa, simplemente porque todo acompaña. Si estás buscando ideas para renovar tu hogar sin obras, los textiles pueden ser tu mejor aliado. Son flexibles, asequibles, fáciles de cambiar. Y tienen un impacto directo en cómo se ve, se siente y se disfruta tu espacio.
Porque al final, de eso va el interiorismo: de mejorar la forma en que habitamos lo cotidiano.